En julio, Dongwon sostuvo una Biblia en sus manos por primera vez. Como desertor norcoreano escondido en China, Dongwon había llegado a lo más profundo de la desesperación. De esta forma, los pensamientos suicidas nublaron su mente. El presente parecía insoportable; el futuro, sin esperanza. Sin embargo, en esta oscuridad, surgió un rayo de luz cuando un pastor local compartió el mensaje del evangelio con él.
De esa manera, Dongwon no sabía que era pastor. El hombre simplemente le preguntó si conocía a Dios. Sintiendo el escepticismo de Dongwon, el pastor explicó gentilmente: “Jesús es el Hijo de Dios. Él vino a esta tierra por ti y por mí. Si crees en Jesús, tendrás la salvación”. Inicialmente, Dongwon pensó que el pastor podría ser un agente secreto que intentaba extraer información.
Según Global Christian Relief, en Corea del Norte el cristianismo es algo “mítico”. Los misioneros son descritos como “invasores”. Las iglesias están prohibidas, las Biblias están prohibidas y los cristianos descubiertos se enfrentan a tortura, encarcelamiento o ejecución. Entonces, mientras el pastor compartía el mensaje del evangelio, Dongwon rompió a llorar.
“Pero de repente, mi corazón empezó a latir con fuerza. Fue la primera vez en mi vida que las lágrimas brotaron incontrolablemente. No pude parar. No sabía que había tantas lágrimas en mi cuerpo. Esto no era China. Incluso ahora, cuando digo esto, todavía siento la emoción de aquella época. Ese momento fue el Cielo”, recuerda.
Por eso, en ese momento, Dongwon entregó su vida a Jesucristo. Aunque nunca antes había escuchado el nombre de Cristo. Un sentimiento de gracia y paz lo invadió. Cuando Dongwon miró hacia afuera después de la reunión, las nubes parecían más brillantes que antes. Luego, cuando escuchó el Evangelio, su corazón y su mente se abrieron a la verdad.
Misión de vida
Así, al encontrar la fe, Dongwon también encontró la libertad del miedo. Poco después de su conversión, fue arrestado por la policía china mientras intentaba llegar a la embajada de Corea del Sur. A pesar del temor de ser repatriado a Corea del Norte, donde probablemente enfrentaría un castigo severo, Dongwon se aferró a un versículo de la Biblia compartido por el pastor,Isaías 41:10.
Finalmente, hoy Dongwon vive en Corea del Sur y ayuda en secreto a la iglesia clandestina en Corea del Norte. Al reflexionar sobre su extraordinario viaje, Dongwon afirma que el Señor estuvo con él todo el tiempo. Dongwon ve señales de despertar espiritual. Su sueño es algún día abrir 10 iglesias físicas en su ciudad natal en Corea del Norte. Su objetivo es ayudar a los norcoreanos a descubrir su identidad en Cristo.
«Nuestra misión es transmitir a estas personas el mensaje del evangelio de que Jesús amó al pueblo norcoreano y los salvó con su sangre», afirma Dongwon.