Christine creció en una familia disfuncional con muchos problemas, incluido el trauma del abuso sexual. Tras perder la custodia de su madre, se fue a vivir con su padre, sintiéndose rechazada y sin suelo sólido bajo sus pies.
Cuando emigró a los Países Bajos con su padre con la esperanza de una vida mejor, Christine enfrentó desafíos que la llevaron a la industria del sexo a los 18 años. Lo que comenzó como una búsqueda de dinero rápido rápidamente la enredó en un ciclo de prostitución, exacerbando sus problemas emocionales y llevándola a depresión, ansiedad y pensamientos suicidas.
El punto de inflexión en su vida se produjo a través de una oración durante una acción evangelística en la misión de El Roi. El amor de Dios conmovió a Christine, llevándola a investigar el Evangelio y aceptar a Cristo en su vida. Su viaje de restauración incluyó dejar la prostitución, liberarse de la adicción al alcohol y sanarse de traumas pasados.
La historia de Christine es un testimonio poderoso de cómo el amor redentor de Jesús puede transformar vidas, independientemente del pasado. Destaca que, sin importar dónde se encuentre alguien, el toque del Rey Jesús es capaz de traer sanación, liberación y esperanza a lo imposible.