En los últimos meses, los socios locales de Puertas Abiertas han recibido informes preocupantes de acoso y persecución contra cristianos por parte de tres iglesias en un país que ocupa el puesto 35 en la Lista Mundial de Vigilancia 2024. Las autoridades locales han intensificado la presión sobre estas comunidades, privándolas de beneficios gubernamentales y. creando un entorno de amenaza constante.
Uno de los incidentes de acoso comenzó en marzo, cuando las autoridades locales comenzaron a interferir periódicamente con los servicios dominicales en una iglesia con unos 30 miembros. Además de la intimidación, los miembros de la iglesia informaron de intentos de sabotaje, como pinchazos en neumáticos de motocicletas, lo que dificultaba las visitas pastorales a los cristianos locales.
Debido al aumento de las represalias, los cristianos de esta comunidad comenzaron a reunirse en pequeños grupos durante la semana, en lugar de reunirse los domingos. Esta estrategia pretende evitar la atención de las autoridades mientras la iglesia intenta oficializar su registro. Vinh (nombre ficticio), socio local de Puertas Abiertas, explicó: “La congregación está haciendo esfuerzos para registrar oficialmente la iglesia, pero para ello necesitan reducir las actividades para que las autoridades puedan aceptar la solicitud de documentación”.
Otro caso de persecución se registró en una iglesia en la llanura central norte de Vietnam. A pesar de que la denominación fue reconocida oficialmente por el gobierno el año pasado, la iglesia sigue siendo objeto de vigilancia constante. “El pastor incluso se reunió con las autoridades locales, pero la iglesia sigue siendo monitoreada todos los domingos”, dijo Vinh.
La situación se vio agravada por las amenazas del gobierno, que advirtió a la congregación que los miembros más pobres, que dependen de las prestaciones sociales y sanitarias, perderían esta ayuda si la iglesia seguía celebrando servicios religiosos. Aun así, los cristianos locales se mantienen firmes en su fe y se reúnen todos los domingos, a pesar de la presión.
La tercera iglesia sitiada se enfrenta a una situación especialmente difícil: los niños cristianos son objeto de vigilancia en las escuelas. “La policía los vigila porque son parte de familias cristianas. Aun así, los fieles continúan reuniéndose y realizando actividades eclesiales”, informó Vinh. Pidió oraciones para que los próximos meses sean menos tensos y para que la fe de los niños no se vea afectada, ya que muchos de ellos están profundamente asustados.