Sayad y su esposa, Ruth, cristianos perseguidos en Pakistán, finalmente son liberados de la esclavitud por deudas. Trabajando en hornos de ladrillos desde su juventud, al igual que su padre antes que él, Sayad soñaba con un futuro diferente para sus hijos, uno lleno de educación y oportunidades. Sin embargo, a sus 65 años, sigue trabajando en el mismo lugar, luchando por pagar una deuda que no hace más que crecer.
Según Global Christian Relief (GCR), la pareja forma parte de la minoría cristiana marginada en Pakistán y vive en una choza cerca del chimenea del horno. Sus deudas comenzaron hace más de cinco décadas con un préstamo durante una emergencia familiar. La oferta de dinero del dueño del horno trajo esperanza a Sayad, quien creía que el trabajo duro sería suficiente para pagar la deuda.
“Pasamos toda nuestra vida aquí. Con lo que ganamos diariamente, pagar el préstamo es imposible”, reflexiona Sayad.
De esta manera, la pareja sólo gana unos pocos dólares al día, insuficientes para cubrir la comida y mucho menos pagar la deuda. En el sistema de trabajo endeudado de Pakistán, trabajadores como Sayad aceptan adelantos en efectivo que atan a las familias a los hornos indefinidamente, con tasas de interés exorbitantes y deducciones salariales que perpetúan su servidumbre.
Durante años, Sayad y Ruth sobrevivieron únicamente con pan, té y frijoles. Pidieron más préstamos para emergencias médicas y artículos esenciales como ropa de invierno para sus hijos. Con los intereses acumulados, Sayad se enfrentaba a la angustiosa perspectiva de que su deuda le sobreviviera y, tras su muerte, esta deuda pasaría a sus hijos.
Libertad de la esclavitud
Así, en medio del trabajo incansable y de la pobreza, la familia encontró consuelo en las pequeñas alegrías, permaneciendo firmes en la fe. Sin embargo, este año marcó un punto de inflexión para la familia de Sayad. Recibieron un cheque para liberarlos de la esclavitud por deudas, gracias a las donaciones de los partidarios de Global Christian Relief.
“Primero, estamos profundamente agradecidos a Jesús. Es como liberarse de la esclavitud, nuestros hijos ahora pueden seguir caminos diferentes”, compartió visiblemente conmovido.
Ahora, emancipado del trabajo por deudas, Sayad se atreve a soñar con una vida diferente. La persecución de los cristianos en Pakistán continúa, pero gracias a las oraciones y al apoyo de otros, el vínculo de Sayad se rompe y su familia ahora es libre. Las oraciones de Sayad ahora se elevan a los cielos, pidiendo la liberación de aquellos que todavía están atrapados por la esclavitud moderna a su alrededor.
“Todos somos uno en Jesucristo, ya sea en Pakistán o en Estados Unidos. Somos una iglesia, un cuerpo”, afirma Sayad.