Reflexion por Juan Trento

 

Usted puede bajarse de la escalera eléctrica, dejar de pelear y volver al inicio del problema, o puede seguir subiendo a un tercer nivel emocional.

Imagine que usted y su cónyuge están discutiendo sobre algo. Antes de que se dé cuenta, las emociones se vuelven cada vez más fuertes, el tono de voz más alto y ahora hay menos comprensión. Es como si ustedes dos acabaran de subirse a una escalera eléctrica, y no me refiero a unas escaleras literales en su sala de estar, sino a unas emocionales. Han aumentado la intensidad de su interacción y han dejado el tema sobre el que están discutiendo en la “planta baja”. Es como si ambos hubiesen subido a esos escalones inflexibles de metal y fueran llevados al siguiente nivel emocional.

Si mira hacia atrás, verá que no está solo en este viaje por las escaleras eléctricas. Bloqueando su camino hacia abajo, están todas las discusiones similares que tuvieron en el pasado, las creencias de cómo sus padres o los de su cónyuge manejaron la vida y otras cargas emocionales. Usted se siente atascado mientras continúa ascendiendo al nivel dos.

Mientras más suba en la escalera eléctrica, menos concentrado estará en el tema del primer piso. Ahora usted ya no intenta llegar a un acuerdo, y empieza a atacar verbalmente a la otra persona. Aquí es cuando se alcanza el Nivel Dos y se comienza a decir y a escuchar este tipo de comentarios:

  • “Si realmente te tomaras el tiempo para pensar en ello”.
  • “Si realmente te importara”.
  • “Si fueras más sensible.”
  • “Si fueras más sumisa.”

Usted quiere dejar de pelear, pero sus emociones se están calentando cada vez más. Cuando la escalera eléctrica lo lleva a la planta del segundo piso, tiene la posibilidad de darse la vuelta (“arrepentirse”). Y puede subirse a la escalera descendente para volver al nivel del problema, o puede seguir subiendo hasta un tercer nivel emocional.

Cuando se alcanza el Nivel Tres, ya usted estará cansado de tratar de forzar a la otra persona a que piense como usted. Aquí es donde usted puede comenzar a cuestionar la relación. Puede comenzar a pensar (o decir): “Si estos son el tipo de problemas que enfrentamos, y si tú eres ese tipo de persona, ¡entonces qué estoy haciendo en esta relación!” o “Ya me cansé de intentar conectar y sostener esta relación. Me voy de aquí”. Usted puede comenzar a retirarse emocionalmente de la relación en un esfuerzo por dejar de pelear, pero eso puede conducirle rápidamente a alejarse físicamente de su cónyuge e incluso a la separación legal.

Escuche la advertencia de un consejero matrimonial y familiar: si pasa demasiado tiempo en el Nivel Dos, un día se encontrará saltando de ese nivel al siguiente. En ese punto, incluso los problemas pequeños del Nivel Uno (como olvidarse de recoger la ropa, apretar el tubo de pasta de dientes de manera “incorrecta”, no cerrar la puerta del garaje, etc.) pueden hacer que usted y sus argumentos pasen instantáneamente del Nivel Uno al Nivel Tres.

Debido a nuestro pasado y a nuestro orgullo, es muy fácil permitir que nuestra energía emocional nos lleve cada vez más arriba en la escalera eléctrica emocional. La buena noticia es esta: en lugar de dejar que las emociones negativas lo lleven a la forma de pensar del Nivel Tres, siempre puede cambiar de dirección y bajar por la escalera eléctrica.

A continuación, le explicamos cómo puede mantenerse alejado de las escaleras eléctricas y mantener sus discusiones en el Nivel Uno.

Tres formas de bajar de las escaleras eléctricas y dejar de pelear

1.     No seas como Spock

Spock, el personaje clásico de “Viaje a las estrellas”, es una especie que prefiere el conocimiento y la lógica a la demostración de emociones. Sus esfuerzos por ocultar cualquier sentimiento humano (alerta de spoiler) no le sientan bien a la teniente Uhura ni a los otros miembros de la tripulación de la Enterprise. De manera similar, cuando ignoramos o tratamos de descartar las emociones, a menudo no será del agrado de nuestro cónyuge.

Con frecuencia, lo que mueve los argumentos del Nivel Uno (el problema) al Nivel Dos (la persona) es cuando una persona se convierte en “el que se aleja” (el retractor) y la otra persona en “el que persigue” (el perseguidor). Por ejemplo, supongamos que su cónyuge creció en un hogar que funcionaba como lo hace Spock, donde las emociones no se reconocían ni se afirmaban. Si las emociones en torno a un problema con su cónyuge se vuelven fuertes, el “cónyuge Spock” suele alejarse o retirarse para dejar de pelear. A menudo, el otro cónyuge siente este alejamiento y, para compensar, persigue al que se aleja. El que persigue quiere que el otro cónyuge regrese y se comprometa con el problema.

Cuando alguien se aleja de nosotros por cualquier motivo, puede recordarnos tiempos pasados en donde una pérdida de conexión ha impactado nuestras vidas. Es entonces, cuando la misma cosa que puede acercarnos, las emociones, son culpadas como la fuente de nuestros problemas. También es la razón por la que no sirve de nada “minimizar” las emociones de otra persona diciendo: “Cariño, cálmate. Este no es un gran problema. Tratémoslo lógicamente”. Es en momentos como estos cuando muchos matrimonios, incluidos mi esposa, Cindy y yo, hemos pasado de discutir un problema a subir a esa escalera emocional.

¿Cómo dejamos de pelear? ¿Cómo evitamos que las emociones negativas nos empujen hacia un lugar de dolor y lejos de lo saludable? Para usar las emociones como una herramienta positiva para el crecimiento y el cambio, debemos darnos cuenta de que fuimos creados para la conexión. ¡Y como Jesús, somos completamente humanos cuando tenemos emociones!

2.     Conviértase en un “comentarista deportivo”

¿Qué hacen los buenos comentaristas deportivos? Usan palabras para describir lo que está sucediendo en el campo. Nos dan perspectiva y nos ayudan a comprender cómo progresa el juego.

Volvamos por un momento al retractor y al perseguidor. El perseguidor es el que corre hacia el otro cónyuge, tratando de que tome una decisión o regrese a la discusión y se comprometa. Al retractor le preocupa que estas emociones no sean “seguras”, por lo que se aleja, no porque no le importe, sino porque se siente incómodo con las emociones y quiere dejar de pelear.

Es entonces cuando llega el momento de convertirse en un comentarista deportivo, y empezar a decir lo que se está viendo. No importa cuál de ustedes sea el primero en convertirse en comentarista deportivo en su hogar (Cindy y yo a menudo parecemos turnarnos). Quienquiera que primero se dé cuenta de que está en ese temido viaje en las escaleras eléctricas lo dice.

Vea aquí un ejemplo. “Sé que estábamos hablando de este tema. Pero estoy sintiendo y viendo que estamos saliendo del problema y hemos subido al Nivel Dos. Veo eso porque ambos estamos hablando más alto (o alejándonos, o señalando, o dándonos la vuelta, etc.). Volvamos al Nivel Uno, dejemos de pelear y hablemos sobre el problema principal”.

Esta narración detallada o “ver lo que estamos haciendo” suele ser suficiente para frenar la discusión. Ahora usted es capaz de nombrar el problema. Puede ver lo que está haciendo y darse cuenta de que puede hacer cambios en sus acciones y en el resultado de su discusión y dejar de pelear. ¡y también sabe que no es necesario llegar hasta el Nivel Tres!

3.     Tómese un descanso

“No dejen que el sol se ponga estando aún enojados” (Efesios 4:26) a menudo ha sido mal aplicado. Este verso puede ser usado para comunicar esto: “¡No me importa cómo te sientas, vamos a seguir hablando para resolver este problema ahora mismo! ¡Vamos! O tomas una decisión o ves las cosas a mi manera. ¡El sol ya casi está por ponerse!”. Si se sigue ese tipo de pensamiento, el perseguidor termina persiguiendo al retractor, lo que hace que ambas personas se molesten más sin importar dónde se encuentre el sol.

Con la mayoría de las parejas, es probable que una persona (a menudo el retractor) sea un “procesador”. En lugar de presionar a esa persona para que tome una decisión, algo que ayuda a este cónyuge es darle tiempo para que procese las opciones, reúna más datos, comprenda y luego hable sobre el problema cuando esté listo.

Es por lo que, durante ocho años seguidos, Cindy y yo pagamos por una hora extra a las niñeras todos los martes en la noche. Durante esa hora, íbamos a la zona de comidas del centro comercial local para poder hablar sobre cualquier problema emocional o difícil que hubiera surgido. Después de todo, Cindy es mitad irlandesa y mitad italiana, y yo soy extremadamente verbal. Antes de llegar a nuestra mesa en la zona de comidas, a menudo oramos, buscábamos el consejo de las Escrituras o de personas piadosas si era necesario y nos decíamos el uno al otro que estábamos comprometidos mutuamente sin importar lo que pasara. Cada semana establecimos ese tiempo específico para los problemas de las escaleras eléctricas. Cuando una discusión llegaba al Nivel Dos y todavía nos molestaba a ella o a mí, lo discutíamos en la zona de comidas.

Nos comprometimos a establecer un momento y un lugar para estas conversaciones para que la procesadora de nuestra familia (Cindy) pudiera recopilar todos los hechos y pensamientos que necesitaba, y el perseguidor de nuestra familia (yo) tuviera que reducir la velocidad y no forzar una decisión. Esto nos permitió ir a la cama cualquier día de la semana con un buen estado de ánimo. Sabíamos que llegaría el martes cuando hablaríamos de cualquier tema no resuelto.

4.     Busque la paz

Si ha tomado esas escaleras eléctricas emocionales con demasiada frecuencia, comprenda que es algo normal y natural en un matrimonio. Pero eso no significa que sea algo útil o que refleje el amor de nuestro amado Jesús. Para dejar de pelear y buscar la paz, tenga el coraje de “decirlo” si se ven atrapados en una escalera eléctrica poco saludable. No niegue sus emociones, pero utilícelas para conectarse entre sí. Demostrar su compromiso y cuidado mutuo puede que no consiga reservar una mesa con su nombre en la zona de comidas, pero puede fortalecer su amor mutuo, sea cual sea el problema.

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