Durante el violento conflicto civil en Sudán del Sur, el trabajo de organizaciones cristianas como Empower One y Send Relief ha sido esencial no sólo en la distribución de ayuda humanitaria sino también en la difusión del Evangelio. Según Zach Potts de Empower One, el trabajo de extensión llevado a cabo este verano incluyó la operación de cuatro sitios donde los voluntarios proporcionaron alimentos, mantas, mosquiteros, lonas y otros artículos esenciales a aproximadamente 5.000 refugiados y desplazados internos.

Potts compartió que después de que 2.880 personas escucharon el Evangelio, 103 aceptaron a Jesús y, como parte de un alcance duradero, Empower One plantó tres iglesias entre los refugiados. Además, 27 personas fueron bautizadas, demostrando el impacto espiritual en medio de la crisis humanitaria.

Empower One construyó el Centro de Extensión de la Escuela Bíblica en 2020 con el objetivo de capacitar a hombres para plantar iglesias en Sudán. Sin embargo, la guerra interrumpió esos planes y la organización tuvo que adaptar su enfoque. Potts señaló que con la llegada de musulmanes a las regiones cristianas, muchos se sorprendieron al ser recibidos calurosamente por cristianos con formación bíblica. “Les están diciendo a nuestros muchachos: ‘No teníamos idea de que los cristianos fueran geniales. Toda nuestra vida nos han dicho que son malos’”, informó Potts.

Según datos de 2020 del Pew Research Center, el 91% de la población sudanesa es musulmana y solo alrededor del 5,4% se identifica como cristiana, lo que significa que muchos nunca han tenido contacto con el cristianismo en sus vidas. Este contacto directo con los cristianos durante la guerra ha abierto importantes puertas para el anuncio de la fe.

En 2023, Potts, su esposa Callie y sus cinco hijos pasaron los meses de junio y julio en Sudán del Sur a pesar del aviso de nivel 4 de “No viajar” emitido por el Departamento de Estado de Estados Unidos para Sudán del Sur, Potts explicó que la red. de amigos y socios de confianza que tiene en la región hicieron posible el viaje. La presencia de su familia, incluidos sus hijos, tuvo un impacto positivo en las interacciones con los refugiados locales.

“Varias veces nos pararon en la calle y nos dijeron: ‘Nadie trae a sus hijos y esto nos demuestra que ustedes confían en nosotros’”, informó Potts, destacando cómo esto abrió puertas al Evangelio. También destacó que pasar tiempo con quienes viven en pobreza y escuchar sus necesidades ha sido una poderosa herramienta ministerial, fortaleciendo el sentido de dignidad de las personas como portadoras de la imagen de Dios.

El aliento que estas personas sienten cuando los visitantes vienen y escuchan sus historias en persona no puede ser reemplazado por la distancia. “No se puede hacer esto de forma remota”, concluyó Potts, reforzando la importancia de la presencia física y la participación personal en la obra misional en medio del sufrimiento.

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